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La metacognición: Por qué y para qué me interesa fomentarla

Tiempo de lectura: 3 minutos

La metacognición es uno de los conceptos más fascinantes en Psicología. No es de extrañarse que se encuentren en la literatura muchas maneras de definirla, conceptualizarla, explicarla y medirla. Y en realidad sí obedece a un constructo psicológico complejo que implica muchas funciones difíciles de simplificar. Pero la realidad es que lo que nos interesa en nuestro día a día no es comprender el concepto en sí, si no simplemente fomentar su práctica en nuestra vida diaria.

¿Para qué me sirve a mi entrenar mi habilidad metacognitiva?

Básicamente para TODO. La resolución de cualquier problema con éxito en cualquier ámbito (social, laboral o personal) se da básicamente o por azar, o porque hemos empleado correctamente nuestra habilidad metacognitiva. La diferencia entre tener buenas habildades metacognitivas  y malas, es la diferencia entre navegar un barco con un GPS actualizado frente a navegar el barco con un GPS antiguo. 

Básicamente la Metacognición es la capacidad de monitorear, guiar, dirigir y controlar nuestro propio proceso de aprendizaje y de solucionar problemas. ¿Suena muy científico? Simplemente es la capacidad de planear, evaluar durante y reflexionar después, sobre algo que hacemos. La metacognición es pensar sobre el pensar dicho de otra manera; es esa función que nos permite prepararnos para hacer bien algo, darnos cuenta durante el proceso si la cosa va bien, y finalmente interpretar cómo nos fue para seguir así o cambiar nuestras acciones en el futuro. Es el capitán de un barco que planea, dirige y toma decisiones de cómo navegar, y hacia a dónde. Son una de esas habilidades intrapersonales que aprendemos desde la niñez pero que podemos seguir desarrollando aún en la edad adulta.

Cómo la habilidad metacognitiva me puede volver una persona más asertiva

¿Que si la metacognición nos sirve para tener más exito en nuestros proyectos? Sí ¿Puede volverme una persona más asertiva (es decir más inteligente socialmente hablando)? La respuesta es Sí. Echar mano de nuestras habilidades metacognitivas nos ayudará a ser más efectivos en los proyectos que nos propongamos, más conscientes de nuestras acciones, y hasta de nuestras emociones, y lo más importante: nos promete a aprender a aprender. Fomentar la metacognición puede parecer estresante al principio pero promete un final feliz cuando se aplica en su justa medida (no se trata de obsesionarnos con una evaluación constante, sino más bien de acostumbrarnos a fomentar esta herramienta sobre todo en las tareas o situaciones en las que más la necesitamos).

Por ejemplo, si soy una persona torpe en mis relaciones con los demás y he identificado que a lo largo del tiempo no mejoran mis relaciones y que poner en práctica nuevas actitudes más asertivas, que me han aconsejado, no basta, echar mano de la metacognición puede ser la clave. ¿En qué consiste esto? En pensar y en analizar ANTES, DURANTE Y DESPUÉS de la situación problema para poder cambiar de actitudes. Por ejemplo, debo PLANEAR cómo debo actuar en las típicas reuniones sociales, CHEQUEAR mientras estoy en la reunión si las señales que puedo observar me indican que la cosa va bien o no (las caras de las personas, ¿están bostezando aburridos? , etc.) y si no es así cambiar rápidamente lo que estoy haciendo. Y después de la situación, evaluar y reflexionar sin aprensión ni ansiedad, qué de lo que hice resultó y qué actitudes no debo repetir.

Se trata de tomar las riendas de nuestra vida, acostumbrarnos a leer la información que tenemos alrededor, reflexionar, para así adaptarnos cada vez mejor en nuestro entorno o llevar a cabo nuestros proyectos con éxito. 

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